Te acomodaste en un pensamiento que no dejaba de reparar en ti. Tras el beso, porque siempre seremos tres, dijiste que no te marcharías. Y un beso prorrogado en el tiempo no conversa con promesas. El sabor a carmín de un día tras otro ha retrasado el tiempo a hoy. A hoy. Y TÚ, no das cuerda a un reloj por si acaso. Mientras solo haces promesas que pueda cumplir el beso. Es cada noche, que regresamos a hoy. Y es el beso, el único que da cuerda a un reloj que solo él sabe dónde está.
Entradas relacionadas
This website uses cookies. By continuing to use this site, you accept our use of cookies.