Mientras nuestras manos
sujetaban lo que somos,
una mirada enfriaba
un café que hacía tiempo
no decía nada.
Ambos sabíamos
que un beso se acercaba.
Era el único con la osadía
que no tenían nuestras bocas.
Nuestras cabezas estiraban
un momento que hasta
el café ya había asumido.
Pero el tiempo
había dilatado lo que somos.
Y un beso a punto de extinguirse
jugaba a ver quien parpadeaba antes.
Mientras fueran nuestras manos
las que nos sujetaban,
el beso siempre parpadearía
sin más ánimo que el acercar nuestras bocas.
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2 comentarios en «El beso»
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Quise regalarte un like
pero no lo encontré
sino en mis deseos
Opto entonces
por escribírtelo
aquí, que no hayo paredes
L I K E
Muchas gracias Marta, muy agradecido, me alegro que te guste compañera. Un abrazo.