Me miraste de reojo,
mientras te acercabas de una manera sutil.
Me dijiste pío.
Buenos días te dije amigo,
con la sensación de algo más.
Algo que solo saben nuestros corazones.
Desplegaste tus alas
y echaste a volar.
Con el instante
aún flotando en tu corazón.
Ambos sabíamos
que no había sido un buenos días.
Nuestro corazón
empezó a recordar
algo que en otra vida
tú y yo.
Para ti
en ese momento
donde todo está por ocurrir,
en lo intangible de la vida,
lo demás va a la papelera de reciclaje,
antes de que la dama
nos acerque
a otro estado de consciencia,
fue suficiente.
Y para mí
también.
Entradas relacionadas
This website uses cookies. By continuing to use this site, you accept our use of cookies.