Me miraste
y entonces lo vi.
Aún habiéndome jurado
que no existía.
El cielo.
Aun habiéndome resignado
que nunca lo vería.
Cuantas veces regreso
a ese momento,
con el fin de constatar,
no de su existencia,
no es relevante en mi derivar.
Es relevante que no fue un sueño.
Que al menos en ese instante,
lo que duró esa ilusión
estuve vivo,
y aún lo estoy
vive Dios,
mientras dure lo que escribo,
mientras dure esta emoción.
Pues el resto,
estoy en un tránsito en mi existencia,
donde tengo constancia del averno.
Entradas relacionadas
This website uses cookies. By continuing to use this site, you accept our use of cookies.