En esos instantes,
que no vienes,
ni vas,
ni te sientas a descansar,
ni le das la patada a la piedra,
conversé conmigo mismo.
Y me dí la razón.
Quién era yo para contradecirme.
Y en un momento de debilidad,
como cuando te están sirviendo el café
y las cartas se están repartiendo,
me abracé.
Y me sorprendí llorando.
En un momento en el que,
solo esta hoja puede dar fe
de ese instante en el que tanto me amé,
y cuyo abrazo aun siento.
Y en un lucero
en el que la debilidad se había distraído,
en el que andar con miramientos
es solo un pretexto,
pedí otro café,
y lancé un órdago a grande sin mirar las cartas.
Y mientras saboreo el café,
no sé cuantos llevo ya,
ahora cada vez que lanzo un órdago
se lo piensan dos veces,
aun siento el calor de mi abrazo.
Entradas relacionadas
2 comentarios en «Me abracé»
Deja una respuesta
This website uses cookies. By continuing to use this site, you accept our use of cookies.
Este poema, Me abracé, me parece precioso. Desde mi percepción, habla de llegar a ese lugar que tanto nos cuesta: nuestro niño, el perdonarnos, el cuidarnos y amarnos. Sin este amor no pueden haber otros.
Sí, la verdad que va por ahí, por querernos a pesar de todo, porque somos como somos y eso es maravilloso aunque a veces cueste verlo. Un niño lo tiene claro. Gracias Susana por comentar.